Son aquellos organizados con la pretensión de convencer (de influir en su pensamiento,
e incluso, de hacer cambiar de actitud) al receptor, mediante una serie de razones o argumentos,
de las opiniones o tesis sostenidas por el autor. Todo texto argumentativo tiene un carácter dialógico, es decir,
presupone un diálogo del autor con el pensamiento del receptor del cual
se pretende transformar su opinión
(tesis y argumentos, por un lado; antítesis y contra argumentos, por el otro). Es evidente pues, la necesidad de tener en cuenta al destinatario (identificarlo, conocer sus gustos y valores, prever
su opinión...) para seleccionar los argumentos o premisas más
adecuados y eficaces, y para contra argumentar (exponer razones que
contrarresten o invaliden los razonamientos ajenos previos).
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